¿Competiviqué?

Luis Mata

La Prensa Libre

http://www.prensalibre.cr/pl/comentarios/40918-enganosa-y-vergonzosa-publicidad-educativa.html

Sí los sistemas educativos obedecen a la lógica del poder, el nuestro se lleva un cien en conducta. Durante los últimos treinta años, la educación –pública y privada- estupidizó a la población con eliminar la creatividad, compartimentar el conocimiento para desvincularlo de la realidad. El resultado: una sociedad sin arraigo y cultura, sustituyó pensar por una concepción que divide el mundo entre ganadores y perdedores, donde se vale todo para estar entre los primeros. La palabra definidora de todo: competitividad.

Quien asume retos es hoy una especie a extinguirse. En la educación privada se aspira al cargo de empleado bien pagado; en la pública, a empleado; lo anterior con optimismo, pues con el pesimismo o realismo, si se enseña que el dinero es la realización, no debe extrañarse de quienes lo obtengan de cualquier manera. Se completa la ecuación educativa, con un elemento más: trivializar el lenguaje con empobrecer el pensamiento abstracto; consecuencia última: imposibilidad de pensar.

Información no equivale a conocimiento y pensar de manera abstracta es la excepción. Si no se piensa, no se madura, ni se crece; el infantilismo con su pensamiento mágico se halla como natural, de tal modo que un conocido es un amigo y un acostón el amor de la vida.

Se virtualizó el intercambio social y llega como motivo de depresión o frustración que alguien nos borre de su lista de amigos de Facebook o haya quienes aman u odian a partir de un chat. Trivializada la socialización individual, la comunidad real también.

Un ejemplo: los cables prueban la inmoralidad o son motivo de cínicas bromas descalificadotas de la indignación social por la ofensa o se justifican sin más; la vulgaridad se impone y vulgariza la convivencia. Se sustituyó solidaridad por superficialidad e idealismo por egocentrismo; los grupos inmunes a cualquier sanción abusan a nuestra sociedad, por cuanto el sistema educativo enseña que lo legal, aunque inmoral, se visualiza como válido e impune. De allí, los Tribunales de Ética, casi sin excepción, resultan cual tacita de plata en tugurio: muy bonita, pero inútil.

Sin abstracción no de extrañarse lo siguiente: hay quienes no entiendan la relación de a mayor pobreza, mayor violencia, ni más que económica, sea de espíritu. Tampoco negar los resultados del modelo y cual Jalisco, no se reconozcan errores ni horrores.

Así se entiende las concesiones llenas de anomalías continúan imponiéndose, si se ha demostrado que la ineptitud e ineficacia no conforman el monopolio estatal, se siga privatizando o si la crisis mundial se generó en los bancos, somos los afectados y las afectadas, quienes pagamos lo anterior. Porque si eso no se trata de una estupidez, entonces, se da como corrupción.

La “competitividad” cual dogma religioso fundamentalista, sirve de pomada canaria para todo: ¿Se centroamericaniza nuestra sociedad? Esto consiste en ser “competitivos”; si está en desacuerdo, aguante, pues la cosa también se halla totalitaria, pues si uno cuestiona, se opone al progreso, en otras palabras, un iluso o un chancletero. La ignorancia genera miedo; la falta de abstracción, que cualquier ídolo de barro se vuelva un dios.

Cual dorado de siglo XXI, en pos de llegar a él, se justifica lo inmoral y antiético y se relaja toda norma de valor y de convivencia, pues lo contrario, atenta contra la “competitividad” y vendrán los demonios a llevarnos al infierno de la pobreza a toda la población por igual.

Sin embargo, desde la aplicación de la “competitividad” -tan defendida por quienes creen que todo se resuelve con plata y no saben diferenciar entre gasto e inversión- lo único a relucir es la cantidad de ganadores y ganadoras, quienes encontraron el tesoro de la Isla del Tesoro, de la competitividad.

 

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